Diego González (28) conocía el entorno desde pequeño. Pero un accidente, cuando pescaba, le provocó la muerte. Tristeza y desconsuelo entre familiares y amigos.
El frío resultado de la autopsia reveló que Diego González, el joven de 28 años que el pasado jueves fue hallado en el fondo de un profundo pozo en el cauce de un arroyo en la base del cerro Champaquí, murió por “asfixia por sumersión”.
Las pruebas recogidas encaminan la resolución del caso hacia un accidente con final trágico. Así lo informó a La Voz la fiscal Paula Bruera, de los tribunales de Río Tercero y a cargo de la investigación.
Diego trabajaba en el puesto San Expedito, de su tío Sergio, uno de los principales refugios para turistas y montañistas en el cerro más alto de Córdoba. Era un profundo conocedor del lugar y el suyo no fue un caso de extravío.
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Según relataron allegados al joven, el martes tenía que ir al puesto Tres Arboles con las mulas, para cargar la mercadería que había comprado su tío. Pero nunca llegó.
Al advertir que estaba desaparecido, familiares y lugareños comenzaron a buscarlo, sin poder localizarlo. Encontraron primero una caña de pescar, abrigo y una mochila.
Había ido a pescar, como seguramente lo hizo muchas veces, a unos 15 minutos de donde vivía, cerca de la “cueva de Ovidio”. Había ido por las truchas que había visto saltar días antes, en una olla profunda de un arroyo camino al Champaquí.
El peor final
Clemente Ledesma, un vecino de Villa Yacanto y conocido de la familia, acompañó a uno de los hermanos de Diego, en plena noche, cuando ya el entorno suponía el fatal desenlace.
Salieron en motocicleta hasta Tres Árboles (punto de referencia importante en el trayecto hasta cerro Linderos) y caminaron varias horas en la oscuridad por el escarpado terreno de la montaña hasta el refugio. Llegaron a las cinco y apenas comenzó a aclararse el horizonte, salieron.
“Una vez que amaneció fuimos al pozo donde sospechaban que estaba, nos largamos por una laja y lo vimos ahí, estaba debajo, sin vida”, recuerda de esa mañana helada y triste. “Después, esperamos hasta que llegaron los bomberos y lo sacaron”, agrega Clemente.
El hallazgo se registró cuando la mayoría de los 60 rescatistas de distintas fuerzas (bomberos de varios cuarteles, Etac y policías del Duar) se encontraban en camino hacia el lugar.
La Policía indicó que la profundidad del cauce de agua, en ese sector, va de los tres a los cinco metros. Por estos tiempos, está a muy baja temperatura. Diego no sabía nadar, según informaron fuentes cercanas a la causa.
El cadáver fue trasladado por los rescatistas, organizados en postas, y demandó varias horas. Recién a las 21 de una jornada muy larga, llegaron hasta el camino al que pudo acceder el vehículo de la Unidad Judicial, que trasladó el cuerpo.
Tristeza en las sierras altas
Padre de una niña y un niño pequeños, estaba a cargo del puesto de su tío Sergio González, uno de los refugios para excursionistas con más plazas y de mayor trayectoria en la amplia base del cerro Champaqui. Su familia, fue pionera en la transformación de las viviendas en servicio de alojamiento y comida para montañistas y turistas, que se incrementaron con el paso del tiempo.
Su infancia y adolescencia transcurrieron con su familia en Villa Alpina, el paraje en donde comienza el camino tradicional de caminata al “techo de Córdoba”, distante a unos 14 kilómetros de a pie. La tragedia le arrebató la vida en un entorno que conocía muy bien desde pequeño.
Este artículo fue publicado en la edición digital del diario La Voz del Interior del día 15 de Mayor de 2024.