Ni dólares ni plazos fijos: “Azafrán Mediterraneo” propone invertir en bulbos

Comenzaron hace 15 año produciendo unos kilos de “oro rojo” en Calamuchita. Terminaron creando una “guardería” en la que reproducen bulbos de azafrán, la especie más cara del mundo, que se venden en un sistema cerrado con más de tres mil inversores y 20 campos de cultivo en el país.

Ivana y Federico, años atrás, cuando aún no sabían lo que crecería el emprendimiento.

“Sembrando sueños”, dispara una de las paredes externas de las oficinas, con la que uno se topa apenas estaciona en la casa central, ubicada a un puñado de metros de la ruta S 210, en Villa General Belgrano, casi en el límite con Atos Pampa, sobre el trazado que une Los Reartes con La Cumbrecita.

En el campo, las 24 hileras de cajones a altura, sólo tienen tierra batida. Hace unas semanas finalizó una cosecha más. Aún están en el proceso manual de clasificación y conteo, para determinar en cuanto se multiplicaron los más de dos millones de bulbos o cormos que fueron sembrados y cuánto incrementaron su capital los inversores, o productores como les gusta llamarlos.

La particularidad de la flor de Crocus Sativus, es que apenas dura 24 horas. Es la que se utiliza para la materia prima que se convertirá en la especie rojiza o en subproductos con valor agregado: cerveza, gin, cremas o perfume. Aunque en Azafrán, la mayor riqueza está debajo de la tierra.

“A pesar del clima, porque fue un invierno con pocos días de frío intenso, tuvimos un muy buen año en cuanto a lo productivo, no tenemos el conteo final, pero los resultados fueron buenísimos”, anticipa Federico Paak desde su sillón “gamer”, en la sede del emprendimiento que gestó junto a su esposa Ivana Amaya.

Y en un contexto complicado, con incertidumbre del rumbo económico, en el que se retacea la venta de algunos insumos o las reservas en turismo se pactan en dólares o en pesos por adelantado, la inversión en azafrán, no para de crecer. “Hay personas interesadas en sembrar (invertir) ahora, cuando verán ganancias en un año”, confirma esta movida Federico.

Dice que la coyuntura, les afecta menos que a otras actividades. “Esta es una actividad productiva pensada en un ahorro hacia el futuro y en producir y mejorar constantemente”, agrega. “Dependemos más de lo que están haciendo nuestras plantas de lo que hace el contexto socio económico”, asegura.

Crecimiento

La empresa manifestó un crecimiento “gigante” en los últimos cinco años, con incremento de sucursales y productores asociados, y anticipa que la tendencia continuará. Dice que se consolida como una opción ante la tentadora “timba” financiera. “Acá, en cambio, si ganas, es porque estamos produciendo”, dispara.

Paak descarta el riesgo de un desplome por una “burbuja financiera”. Y lo explica: “En 15 años, nuestros precios han sido constantes en dólares y si ganas dinero, es por la producción, no por el efecto de especulación o de cambio de precios, que eso si podría llevar a una burbuja financiera”.

También le otorga valor a la “tangibilidad del bien” que le brindan a quienes invierten. “Cualquier productor que compre sus bulbos puede ver su lote sembrado, que le da sentido de pertenencia y nos hace diferentes, y mucha gente nos elije por eso”. Federico asegura que no hay un monto de dinero mínimo para sumarse.

A fin de año, quienes invirtieron podrán retirar la totalidad del capital o una parte o reinvertir todo nuevamente, decisión que toma la mayoría. Por ahora, descarta salir al mercado externo, pero podría ser una posibilidad en un futuro, considerando que es un producto cotizado y muy requerido en algunos países del mundo.

-La gente sacó de forma masiva plazos fijos de los bancos, ¿perciben que muchos de fondos se vinieron para acá? ¿Hubo un cambio en la costumbre de comprar dólares y guardarlos?, consultó este diario.

Nosotros fomentamos eso, el azafrán tiene su precio en pesos y fluctúa como el dólar, pero al no subir el precio de forma tan abrupta, como la estampida de la divisa estadounidense, en ese momento le damos a la gente una oportunidad de negocios para que vuelva a comprar.

Y no sé si provienen exactamente de los plazos fijos, pero si hubo un incremento de compras. Creo que tiene que ver que somos cada vez más conocidos y tenemos más fuerza en el mercado. Tiene que ver con estos 15 años de trayectoria, de hacer las cosas bien y tratar de mejorar, sumar sucursales.

En el esquema, que funciona como circuito cerrado, no venden bulbos en el mercado interno. “Corremos riesgo de que nos vaya mal y, además, generaríamos nuestra propia competencia. Hoy el negocio dejo de ser un commodity y empezó a ser un speciality y eso hace que nosotros no tengamos una competencia tan cerrada como tienen otros negocios”, apunta.

-¿El azafrán como producto, pasó a un segundo plano?

 En realidad, el azafrán es nuestra insignia, nuestro objetivo final, nuestro hijo preciado. No es que pasó a un segundo plano, sino que hoy le damos importancia a la producción de bulbos porque aparte de tener una demanda insatisfecha, para poder tener masa crítica para elaborar nuestros productos necesitamos que haya cantidad de bulbos. Es muy difícil hacer un desarrollo de marca sin materia prima. Con ese objetivo vamos a potenciar la bulbificación, vamos a hacer que tengamos buenas tasas de producción en bulbos y que llegado el momento podamos hacer flores para vender flores. Hace un tiempo a esta parte, decidimos que nunca más vamos a vender azafrán, sino subproductos con alto valor agregado en origen, que hagan que la tasa de rentabilidad de nuestros productores asociados sea tan buen que nos vuelvan a elegir indefinidamente. Entonces, en lugar de vender azafrán hoy vendemos perfume, caramelo, crema, champú, gin o cerveza y permanentemente agregamos nuevos productos que hace que transformemos nuevamente el negocio en un speciality. 

Entre sus proyectos está “vender la experiencia”, -como el camino del vino con sus bodegas-, que se podría potenciar con las 20 sucursales en distintas geografías de Córdoba y Argentina.

-El negocio mutó absolutamente desde sus inicios a la actualidad

“Arrancamos hace 15 años como un negocio familiar que pasaba por vender un poco de azafrán y con eso vivir o subsistir. En el camino tuvimos la oportunidad de vender algunos bulbos hacia afuera y la gente que se los llevaba no le iba tan bien, y dijimos empecemos con la guardería. Hoy el negocio está enfocado en un 85 a 90% en la comercialización de los bulbos, dentro de nuestro sistema que es totalmente tangible y te da la seguridad al poder verlos. Y eso hizo que creciéramos mucho más rápido de lo que estábamos preparados y dispuestos a crecer.

En el camino surgió la posibilidad de abrir nuevos campos, que no nos pertenecen, que son de productores asociados.

La sede, en el valle de Calamuchita.

A más sucursales, menos riesgo

Kaap dijo que la apertura a productores asociados, con sus campos, provocó que los riesgos de pérdidas por una situación climática, una plaga, un hongo o un incendio, se minimicen. “Con veinte y hay pérdidas en uno, el resto lo solventa”, manifiesta. A su vez, subrayó que el riesgo de pérdidas está también fragmentado en cada campo, por la forma de producción en cajones.

“La salida, es lo productivo, sean bulbos, vacas, abejas u ovejas”, subraya, a diferencia de la costumbre de dejar nuestros los ahorros estáticos, ya sea en un banco o comprando dólares.

Este artículo fue publicado en el diario La Voz del Interior el día 16/11/2023.

notas vinculadashttps://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/azafran-oro-rojo-que-se-cultiva-en-valle-de-calamuchita/

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio